Costillas de cerdo en su jugo

Bueno, tanto como en su jugo no, o al menos no solamente en su jugo, que alguna ayudita llevan. Las costillas de cerdo son una de las carnes favoritas de algunos de esta familia, mañana lo será la que haga, pero así somos nosotros, que nos gusta todo, nada nos engorda, nada nos hace daño, en fin una delicia de consumidores y de invitados en cualquier sitio. Ya sabéis.

Ingredientes para 4 personas:

  • 1 kilo de costillas carnosas
  • 2 cebollas hermosas
  • 1 ajo grandecito o 2 pequeños
  • 2 cucharadas de salsa barbacoa
  • 1 vasito de vino tinto suave, que no tenga demasiado cuerpo
  • 1 cucharada de azúcar moreno
  • 2 cucharadas de zumo de limón

Elaboración:

Para esta y para casi ninguna preparación, no suelo quitar la grasa de las costillas, aunque si tienen demasiada algo quito.

Colocad las costillas sobre la tabla de trabajo, salpimentadlas y sazonar con el azúcar moreno .

Poned una cazuela ancha al fuego con una pincelada de aceite, las costillas ya van a soltar la grasa, antes de que humee colocad las costillas por la parte que tengan más grasa y, a fuego muy lento dejad que vayan soltándola. Tapad la cazuela.

Picad la cebolla a groso modo y la repartís por encima de las costillas, moved la cazuela, volverla a tapar y dejad que sigan su curso. Siempre a fuego muy lento.

Machacad un ajo en el mortero, que quede hecho una pasta, lo mezcláis con el vaso de vino y a la cazuela, lo movéis un poco y sin miedo, que siga cociendo.

No hemos puesto nada de caldo, por lo que debemos vigilar constantemente que no se queden secas, si por una de esas casualidades, se os secaran podéis añadir un poco de caldo de carne, pero en muy pequeñas cantidades, lo que nos interesa es que se nos vaya haciendo una especie de salsa un tanto gelatinosa.

Dejadlas cocer hasta que estén casi hechas, lo vais a notar en que los huesos se desprenden con facilidad de la carne, en ese momento añadimos la salsa barbacoa, damos unas vueltas a la carne para que se mezcle bien y probamos, si es necesario rectificáis de lo que haga falta.

Si no os gusta esto ya no tiene remedio, pero vamos a ver si lo arreglamos con una cucharada de reducción de Pedro Ximénez y 1 cucharada de zumo de limón.

Id probando todo el tiempo, para que podáis parar cuando ya el cuerpo no os aguante más experimentos. Pero si habéis llegado hasta aquí, os aseguro una forma nueva de comer las costillas de cerdo y nadie podrá decir que no lo habéis intentado.

Sugerencias útiles:

La única que se me ocurre es que la podéis hacer en la olla rápida, pero para mí no ver lo que pasa dentro de la olla en toda la cocción, de verdad que es un suplicio.