Gambas, Gulas o Champiñones al ajillo

Estas gambas tienen una bonita historia de una adolescente romántica: sería el año 1960, aproximadamente, y yo hacía mis pinitos en la cocina, comía ese día en casa un representado de mi padre (el hijo), con el que yo soñaba, el caso es que me quise lucir con el aperitivo y todo iba a pedir de boca hasta que, para tratarle bien en su cazuelita puse más gambas, pero también más guindilla, no he visto nunca a una persona tan roja como a él. Bueno después de las disculpas por el picante, las felicitaciones por lo ricas....la sangre no llegó al río, tan solo me costó la pérdida de un libro que le presté y que a estas alturas no me ha sido devuelto.

Por suerte el libro lo he recuperado, pero por otro conducto, mi hermanito lo consiguió, de segunda mano, y me lo regaló en mi cumpleaños el año pasado, MEMORIAS DE UN AGENTE SECRETO SOVIETICO es su título, no me paraba yo en las novelas de Corín Tellado. Es divertido recordar estas cosas.

Ingredientes para 1 cazuelita

  • 100 grs. por persona de gambas grandes
  • 2 dientes de ajo 
  •  2 ruedas de guindilla o 1 cayena 
  • 4 cucharadas de aceite 
  •  Sal y Un poco de perejil picado (opcional) 

Elaboración:

Pelamos las gambas y guardamos los caparazones para hacer un caldo en otro momento (aquí  se aprovecha todo). Pelamos y laminamos los ajos.

Ponemos al fuego una sartén con un fondo generoso de aceite, cuando humee echamos los ajos laminados y la guindilla, dejamos que los ajos se doren sin quemarse.

A continuación echamos las gambas saladas y damos unas vueltas en el aceite, en el momento que cambien de color ya están hechas y es cuando hay que retirarlas del fuego si las dejamos freír más se nos quedarán secas y eso no lo queremos ¿verdad?.

Espolvoreamos con un pellizco de perejil muy picado, sin pasarnos y a disfrutar.

Suigerencias útiles:

Si las gambas a utilizar son congeladas, debemos descongelarlas con tiempo suficiente, y luego escurrilas bien, incluso secarlas con papel de cocina. Tambien debemos quitarlas el intestino, tanto a congeladas como frescas.

El fondo de aceite debe ser abundante, para que nos quede salsa, yo nunca las echo vino, pues no hay tiempo para que se evapore el alcohol y no es agradable el sabor, por muy bueno que sea el vino. Esto según mi opinión claro.

Es un clásico de los aperitivos, antes de la vitrocerámica, siempre se hacían y servían en las mismas cazuelitas de barro, pero últimamente las hemos sustituido por tostas, aunque yo me quedo con lo de siempre. 

De la misma forma haremos las gulas (ojalá fueran angulas) y los champiñones al ajillo, a estos últimos, por tradición y junto con el ajo se les ponen unos taquitos de jamon.