Una lasaña de latas

Hemos llegado al final del confinamiento, y ahora tenemos una libertad sin restricciones, bueno eso es un decir, restricciones haberlas, haylas, pero sobreviviremos. Esta, posiblemente sea la última receta de Alberto, mi hermanito, aunque si él quiere puede seguir mandando recetas para el blog, que se las publicaremos.

Es una receta sencilla, sin muchos ingredientes, propia de una persona a la que gusta comer bien, sin estar demasiado tiempo en la cocina, esos son los buenos. 

Ingredientes:

  • 4-6 láminas de pasta para lasaña
  • 2 latas de 200 gr. de atún al natural
  • 1 lata de tomate natural triturado
  • 2 huevos cocidos (si alguien prefiere 3 o 4 no hay problema)
  • Especias (al gusto)

Elaboración:

Lo de hacer una lasaña es como tirar un penalty sin portero. Hay que ser muy malo para no hacerla. En todo caso lo difícil de la lasaña es el relleno. Y eso tampoco tiene mucho misterio porque podemos hacerlo de lo que queramos. Luego se mete todo al horno y listo.

Pero vamos por partes porque Mayte me pide que cuente la receta y a una hermana como ella no se le niega nada. Allá vamos.

Esta lasaña (la de la foto, sí, esa) es de atún con tomate y huevo. ¡Ya está! ¿No? Vale, sigo.

Se cuecen los huevos, se pelan y se separa la yema de la clara.

La yema se mezcla con el atún y el tomate (ambos naturales), que previamente habremos sacado de sus respectivas latas. La clara también se puede incorporar picada en trozos pequeños (al gusto del consumidor, yo me la como antes de que pueda pensarlo).

Una vez hecha la mezcla, como es fría no hay que hacer nada más que ir repartiéndola con una cuchara por los "pisos" que vayamos a hacer con la lasaña.

Las láminas de pasta ya las venden hechas, no descubro nada. Lo que sí hay que tener en cuenta es que algunos fabricantes dicen que no es necesario mojarlas. Y en este punto discrepo. A mí me gusta más tener las láminas 10 minutos en agua para ablandarlas un poco. No quedan como un trapo pero tampoco salen duras (una vez seguí las recomendaciones del fabricante y las láminas estaban comestibles, pero "crujían").

A partir de aquí el orden es el siguiente: bechamel (en el fondo de la fuente), lámina de pasta, relleno bien extendido, lámina de queso (el que más os guste), otra lámina de pasta, y otra capa de relleno, y otra capa de queso y.... hasta que nos cansemos de hacer pisos.

La lasaña de la foto sólo tiene tres "alturas", ya lo sé. La explicación es que no tenía más pasta. Así que me conformé con lo que había.

Bueno, paso final. Sobre la lámina de pasta que cubre el último relleno volvemos a extender un poco de bechamel y encima le ponemos queso rallado.

Cuando ya tenemos la obra maestra hecha, no hay que quedarse embobado mirándola. Ya sé que dan ganas, pero esto lo hacemos para comer, no para una exposición. Así que, como ya habremos precalentado el horno a 200 grados durante 10 minutos, la ponemos en la parte media-alta y esperamos 20 minutos. En ese momento, cambiamos a gratinar y esperamos a que coja un color dorado el queso. Ya está lista. Queda sacarla de la fuente, sin quemarnos, y comérnosla.

Nota a pie de página de Mayte, la quisquillosa: 

Solo una, pero importante, en los ingredientes se le ha olvidado poner la bechamel, que supongo seguirá siendo industrial. Se lo perdonaremos.