Salsa de puerros y almendras 

Todos los que llevamos un tiempo dando de comer a la familia observamos que esto de las salsas es algo muy personal y cada uno ponemos y quitamos a las mismas lo que más o menos nos gusta. No sé si esta salsa figura en algún libro de cocina, pero a mí me ha dado muy buen resultado. La primera vez que la hice, porque para todo hay una primera vez, no fue una salsa como tal, sino más bien unas cucharadas de una vichyssoise que acababa de hacer,  para acompañar a unos lomos de bacalao, la cosa dio buen resultado y a la vez siguiente decidí experimentar con la que os paso a continuación y puedo decir que la cosa fue bastante mejor, porque las almendras dan un sabor muy especial y la nuez moscada también. 

Probadla y, si queréis me, contáis. 

Ingredientes para la salsera de la foto:

  • La parte blanca de 2  puerros.
  • 1 ajo.
  • 1/2 cebolla.
  • 3 o más cucharadas de almendras molidas.
  • 1 guindilla de cayena (opcional)
  • Caldo de pollo o pescado, depende del uso que deis a la salsa.
  • Aceite de oliva, sal, pimienta recién molida, nuez moscada

Elaboración

Picamos los puerros, la cebolla y el ajo en trozos pequeños.

Ponemos una sartén al fuego con un fondo de aceite, antes de que empiece a humear rehogamos el ajo, la cebolla y el puerro, echándolo por este orden, para que el puerro, que es lo más delicado no se dore en exceso. Echamos, si nos gusta el picante, la guindilla y la retiramos antes de meterlo en la batidora, que no se os olvide este punto.

Lo hacemos a fuego muy leeento y cuando esté bien pochado añadimos la harina de almendras, dependiendo de la cantidad de salsa que necesitemos 3 o más cucharadas, después de unas vueltas por la sartén añadimos una parte del caldo elegido, lo probamos y si es necesario sazonamos con sal y un poco de pimienta. Debe ser una salsa más bien ligera.

Ponemos todo esto en la batidora (cuidado con la guindilla) y hacemos una salsa muy fina, a la que añadimos una cucharada de nata para montar, Si os gusta una salsa extrafina, posteriormente la pasamos por un colador. Debe tener la consistencia de unas natillas, por lo que, si es necesario, añadimos un poco más de caldo, siempre controlando.

Finalmente y antes de retirarlo del fuego, añadimos la pimienta y la nuez moscada, sólo si os gusta.

Reservamos la salsa en el mismo recipiente, en un lugar cálido y tapado para que no se haga una especie de nata por encima.

Sugerencias útiles:

Podéis utilizar una pastilla de caldo del que más os guste, pues no siempre tenemos diferentes caldos en la nevera y hay que aprovechar las oportunidades que nos da el mercado. Pero utilizadlo con cuidado, no lo echéis de una vez, id espolvoreando por la salsa como si fuera sal, hasta encontrar  vuestro sabor.

Esta salsa fría, del tiempo, no helada, resulta ideal para acompañar unos langostinos, una pechuga de pollo, pescado a la plancha y alguna cosilla más, en sustitución de la mayonesa, que está muy rica, y si la compramos hecha resulta muy cómoda, pero hay que variar.