Secreto de Ibérico al horno

Podemos hacerlo igual con cerdo blanco, o con la variedad duroc , que en estos momento abunda en nuestros mercados. Hay alguna diferencia entre todos ellos, claro que la hay, yo siempre digo que primero mirar nuestro bolsillo y después ir a por lo mejor que nos podamos permitir. 

Con la maña y el cariño que ponemos en todas las recetas, el éxito está asegurado.

Ingredientes para 4 raciones:

  • 800 grs. de secreto
  • 600 grs. de patatas
  • 1 cucharada de miel
  • El zumo de 1 limón
  • 1 cucharada de salsa de soja
  • 1 vaso de vino blanco seco
  • Ajo en polvo, perejil en polvo, orégano y tomillo para las patatas
  • Aceite de oliva, sal y molinillo de pimienta negra

Elaboración:

Precalentar el horno a 180º con grill.

Pelamos y partimos las patatas en rodajas de 1 dedo de grosor aproximadamente, procurando que sea iguales para que se hagan al mismo tiempo. Las colocamos en la bandeja del horno y las rociamos con aceite, sal, ajo, perejil, orégano y tomillo, las revolvemos para que queden bien impregnadas y las extendemos en la base. Echamos ½ vaso de vino, sin que caiga sobre las patatas y un poco de agua, las tapamos con papel de aluminio y las dejamos en el horno por espacio de 15 minutos.

Pasamos los filetes de secreto por la plancha muy caliente, con un poco de aceite de oliva, sólo para que se doren. Los cortamos en filetes más manejables y bonitos y los colocamos sobre las patatas, los sazonamos con sal y pimienta y los regamos con el vino blanco, los metemos al horno entre 15 y 20 minutos.

Mezclamos en un bol el zumo del limón, la cucharada de miel y la soja, y una vez que saquemos la carne del horno pincelamos los filetes con esta mezcla y dejamos unos minutos más en el horno para que cojan un bonito color dorado.

El jugo que ha quedado en la plancha lo echamos por encima del guiso, que todo vale.

Sugerencias útiles:

Podéis sustituir las especias por otras que sean más de vuestro gusto.

Si os sobra algo de esta salsa, cosa poco probable, no la tiréis, podéis utilizarla para enriquecer un plato de pescado, o de arroz o unas simples patatas hervidas, por no decir nada de unos espaguetis.